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  • Lo primero que designa el t tulo es que Cc

    2019-05-04

    Lo primero que designa el título es que Cc es, en dos niveles, el resultado de la acción performativa de PP. En un primer nivel, el autor Élmer Mendoza ha sufrido las consecuencias de la lectura y relectura de la novela de Rulfo, hasta el extremo de hacer un alto en el camino de su producción literaria, muy centrada en la temática del narco en México y Estados Unidos. Entre el zurdo Mendieta y David Valenzuela, se cuela Nicolás Pureco. Entre El amante de Janis Joplin (2001), Efecto tequila (2004) y Balas de plata (2008), e incluso Nombre de perro (2012), aparece esta breve novela que viene AEBSF alterar (sabotear, diremos después, auto-sabotear) el modo de significación, el silogismo y el modelo de mundo del resto de su obra. En un segundo nivel, el personaje de Nicolás Pureco ha sufrido unas consecuencias catastróficas a causa de la lectura de PP. Así lo describe su mujer en el estilo indirecto libre empleado por la narración: He aquí descrito con detalle uno de los puntos esenciales de la crítica como sabotaje: el silogismo imaginario propio de la literatura y el arte posee la capacidad apelativa, incitativa y performativa de modificar la subjetividad y el comportamiento de quienes entran en contacto con esos dispositivos. Lily asegura que “su esposo no era el mismo”, que anda metido en el empresa de hallar el cuerpo de Pedro Páramo, y hasta le pregunta si se está metiendo alguna cosa. Ella ha detectado el poder narcótico de esa novela, y la forma en que la mente, el cuerpo y los actos de su marido se han visto modelizados y tranformados (“eviden-temente su transformación era radical”, piensa el propio Nicolás [89]). La narración confirma, sin ningún género de dudas, cómo comenzó el desequilibrio de Nicolás: “simplemente leyó la novela siete veces” (39), un síntoma excepcional debido a que, tal y como sigue poniendo de relieve el narrador, no tenía ninguna afección por los libros hasta el momento en que se encontró con PP. En eso, la diferencia con Alonso Quijano es importante puesto que este sí tenía la afición por la lectura desde tiempo atrás. Pero en este segundo nivel, la novela va más allá: hace la genealogía de esa capacidad modelizadora de PP. En realidad todo empezó con sus padres, el día en que encargado de trasladar sus cuerpos a sporangia México revisa la casa donde vivieron y se encuentra con un ejemplar de la novela de Rulfo: Este fragmento pone en relación el modelo de mundo discursivo de Pedro Páramo y el modelo de mundo naturalizado de los personajes, que más allá de saber leer (Paul de Man decía que no hay que dar por supuesto la posibilidad de la lectura), saben leer muy bien porque Pedro Páramo les confirma su modelo de mundo. Al parecer, y al contrario del planteamiento demaniano, los lectores comprenden muy bien los textos que leen. Además, la narración cierra las puertas a las sospechas de que el cambio de Nicolás Pureco se debe a otras causas como Alzheimer, demencia senil o cualquier otro problema de salud. Así se lo cuenta Lily a su confidente Marsalis: “La semana pasada lo llevé a fuerzas al doctor Allen, lo sorprendente fue que estaba bien, todas sus reacciones eran correctas y en los análisis salió más sano que yo” (57). David Valenzuela, el protagonista de El amante de Janis Joplin sí tenía brotes esquizofrénicos, oía voces y él mismo la denomina “su parte reencarnable”, pero nada de eso le ocurre a Nicolás. Y por lo que se ve hay en esta novela pocos personajes que no sean conscientes del poder modelizador y conmocionante de PP. Cuando Nicolás le pregunta a un amigo, que es conocedor de los problemas que aquel arrastra, si ha leído la novela de Rulfo, responde: “Dios me libre, ¿quieres que se me bote el chango como a ti?” (66). Si uno de los significados de “chango” es el de “persona”, se comprenderá de inmediato que el temor que siente por PP es que le trastorne su personalidad. Así, huye de ella como del diablo. Lo mismo le ocurre a un camarero que está sirviendo a Nicolás y a Macedonio Fernández en un restaurante japonés. El primero le pregunta al segundo si ha leído Pedro Páramo. Y el narrador comenta: “Al escuchar el nombre el mesero que los atendía soltó el plato de sashimi que no se rompió porque era de plástico” (28).