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  • Si bien la isna va a

    2018-10-29

    Si bien la isna va CCT251545 analogue continuar aproximándose al sistema médico con el fin de dialogar con él (y continúa apoyando las protestas frente a las puertas cerradas de los médicos que se niegan a hablar), quizá el aspecto más importante de nuestras actividades actuales sea la lucha por cambiar las percepciones públicas. Al utilizar los medios de comunicación de masas, internet y nuestra creciente red de aliados y simpatizantes para hacer público el intenso sufrimiento que ha causado el tratamiento médico, buscamos crear un entorno en el cual muchos padres de niños intersexuales hayan oído ya algo acerca del movimiento intersexual cuando su bebé nazca. Esperamos que estos padres informados estén mejor preparados para resistir la presión médica hacia la cirugía genital innecesaria y el secretismo, y que dirijan sus pasos hacia un grupo de apoyo y orientación en lugar de dirigirlos hacia una sala de operaciones.
    Feminismo del primer mundo, clitorectomía africana y mutilación genital intersexual
    Las prácticas africanas tradicionales que eliminan el clítoris y otras partes de los genitales de las mujeres han sido objeto de intensa cobertura mediática a últimas fechas para el activismo feminista de Estados Unidos y de otras sociedades occidentales industrializadas. El eufemismo circuncisión femenina ha sido sustituido en gran medida por el término politizado mutilación genital femenina (en adelante mgf). Las operaciones análogas realizadas a intersexuales en Estados Unidos no han sido objeto de una atención similar; de hecho, los intentos por identificar las dos formas de extirpación genital se han topado con múltiples tipos de resistencia. Al examinar cómo las feministas del primer mundo y los medios de comunicación dominantes tratan las prácticas africanas tradicionales, y al comparar ese tratamiento con sus respuestas a la mutilación genital intersexual (mgi) en Estados Unidos, se evidencian algunas de las complejas interacciones entre ideologías de raza, género, colonialismo y ciencia que de forma efectiva silencian y vuelven invisible la experiencia intersexual en los contextos del primer mundo. La mutilación de los genitales intersexuales se convierte así en otro mecanismo oculto de imposición de la normalidad sobre la carne insumisa, una forma de contener la anarquía potencial de los deseos y de las identificaciones dentro de estructuras opresivas heteronormativas. En 1994, el New England Journal of Medicine publicó un artículo sobre el daño físico resultante de la cirugía genital africana junto con un editorial que denunciaba la clitorectomía como una violación de los derechos humanos, pero declinó incluir una réplica redactada por Lawrence Cohen —antropólogo médico de la Universidad de California en Berkeley— y dos miembros de la isna, donde se detalla el daño causado por las clitorectomías medica- lizadas en Estados Unidos (Schroeder 1994: 739-740; Toubia 1994: 712-716). En respuesta a hydrosphere la creciente atención mediática, el Congreso aprobó el Acta Federal de Prohibición de la Mutilación Genital Femenina en octubre de 1996, pero el acta eximía en específico las clitorectomías medicalizadas, como las que se realizan para la corrección de cuerpos intersexuales. La autora principal de la ley, la excongresista Patricia Schroeder, recibió e ignoró muchas cartas de miembros de la isna y de Anne Fausto-Sterling —catedrática de ciencia médica en la Universidad de Brown— que le pedían reformular los términos de la misma. La columnista sindicada del Boston Globe, Ellen Goodman, es una de las pocas periodistas que cubre la mgf africana y ha respondido a la isna. “Debo admitir que no estaba al tanto de esta situación”, me escribió en 1994. “Admiro vuestra valentía.” Sin embargo, continuó discutiendo con regularidad en su columna la mgf africana, sin mencionar prácticas similares en Estados Unidos. Una de sus columnas sobre la mgf en octubre de 1995 tenía un título prometedor, “No queremos creer que ocurre aquí”, pero sólo abordaba la situación de inmigrantes en Estados Unidos, procedentes de países del tercer mundo, que realizaban clitorectomías a sus hijas para mantener las prácticas de sus culturas nativas.